¿Cómo se siente?
Las personas que han sufrido un ictus, en algunas ocasiones y en algún momento del proceso, pueden manifestar dolor. El dolor en el hombro del lado del cuerpo afectado por el daño cerebral suele ser una de las manifestaciones más comunes. La mayoría de estas personas hablan y parecen ser conscientes de su cuerpo únicamente por el dolor que sienten. A veces son capaces de localizar con exactitud el dolor en el cuerpo. Otras veces, sin embargo, solo lo identifican o lo describen de forma muy general, ya que el dolor parece percibirse en todo el cuerpo y/o en cualquier momento.
Si el/la fisioterapeuta pregunta a su paciente cómo se imagina esa parte del cuerpo, si percibe, por ejemplo, el brazo doloroso de la misma forma que el otro (sin dolor), las respuestas pueden ser sorprendentes:
«Si cierro los ojos, no puedo imaginar mi hombro izquierdo«. «Si pienso en ambos hombros a la vez, no los siento igual. El derecho lo siento más rígido».
Estas palabras suelen ir acompañadas de alteraciones en distintas acciones cotidianas. Por ejemplo, chocar con las puertas con el brazo pléjico al entrar o salir de una habitación. Otras situaciones pueden darse cuando, al dormir sobre el mismo lado, el/la paciente puede encontrarse el brazo detrás de la espalda; o cuando se le desliza la mano desde el muslo mientras, sentado/a, habla con otra persona; o también cuando va a coger un vaso de la mesa y utiliza únicamente el avance del tronco, sin implicar el brazo (hombro y codo).
¿De dónde proviene?
Pero, ¿cuál es el origen de ese dolor que persiste en el tiempo? Según la Teoría Neurocognitiva, el dolor persistente en el hombro no es una manifestación de dolor físico o inflamatorio. No se trata de un esguince o una inflamación. Este dolor debe interpretarse como la manifestación a través de la cual el cerebro, tras la lesión cerebral, expresa el “malestar o incomodidad” derivados de estas tres circunstancias:
- la interrupción, causada por el ictus, de la correcta relación entre mente y cuerpo,
- la dificultad para dirigir la atención hacia la percepción corporal (en lugar de hacia el dolor),
- la incongruencia entre las diferentes informaciones que el cuerpo puede percibir.
¿Cómo puede superarse?
Este tipo de dolor puede superarse si se actúa sobre estos diferentes aspectos. Las acciones que se proponen son las siguientes:
- restablecer el vínculo adecuado entre mente y cuerpo en la acción,
- recuperar la capacidad de percibir el cuerpo en su totalidad,
- hacer coherente de nuevo la información corporal procedente de distintas modalidades (contacto, posición corporal, percepción visual…).
El ejercicio neurocognitivo es una herramienta que el/la fisioterapeuta tiene para ayudar al paciente a volver a percibir y conocer su cuerpo sin dolor. Una experiencia para redescubrir el placer de sentir el cuerpo dentro de las acciones que realiza. En la práctica clínica, se proponen ejercicios relacionados con la percepción corporal. En ellos, siempre se plantea un problema, una incógnita, que el/la paciente debe resolver a través de la activación de procesos cognitivos como:
- la atención al cuerpo,
- la memoria de acciones sin dolor,
- la emoción asociada a la percepción corporal sin dolor,
- y la construcción de distintos tipos de percepciones corporales sin dolor (contacto, posición, etc.).
Esta activación cognitiva dirigida, que la persona aplica y aprende durante las sesiones de fisioterapia, debe permitirle obtener una mayor autonomía en situaciones cotidianas, fuera del entorno terapéutico. Por ejemplo, en casa, debe ser capaz de activar con mayor intensidad la atención hacia el cuerpo, comparar o utilizar la memoria del cuerpo sin dolor para imaginar esa experiencia en el lado afectado, etc. Incluso, puede llegar a modificar su emoción respecto al cuerpo y a las acciones que implican, en este caso, el hombro.
Es tarea de todos, fisioterapeuta y paciente, lograrlo.
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